El viernes mientras corría escuché en la radio algo que me hizo pensar mucho. No suelo escuchar la Ser, pero la casualidad hizo que me detuviera un rato en su programa de la mañana. El tema era la final de la Copa del Rey. De repente, a un niño que por la voz no parecía muy mayor, le preguntaron quien quería que ganara, " No quiero que gane el Barça" dijo. Uno de los contertulios expresó su desazón. Le parecía que al niño, alguien debía haberle puesto aquella idea en la cabeza, porque, según dijo, "Uno no debe estar en contra de sino a favor de". Si no lo cito correctamente, lo siento, y si no recuerdo su nombre también, diré a mi favor que nunca escucho ese programa y que lo sintonicé por unos instantes.
Durante unos momentos valoré sus palabras y me parecieron bien. Es cierto que uno debe estar a favor de y no en contra, es cierto que ir en contra de las cosas no es lo positivo, pero según iban pasando los minutos me empecé a enfadar. Lo primero, porque un niño, presumo que del Madrid, no quiera que gane el Barça, eso no implica que le hayan hecho un lavado de cerebro. Segundo. Esa teoría de que uno no puede estar en contra de las cosas sino solo a favor, solo lleva a la existencia de personas tibias, con talante, sin carácter, y que se ponen de lado para dejar que pasen las cosas. Filosóficamente el concepto es muy bonito, pero como sin luz no hay oscuridad, cuando uno esta a favor de algo, irremediablemente, eso le lleva a estar en contra de algo. Por tanto ¡Ole por el niño que tenía claro lo que pensaba!. Lo que hay que hacer es educar a los demás en el respeto a las ideas. El respeto al otro. El respeto a que el niño no quisiera que ganara el Barça. O a las palabras de Dña Esperanza Aguirre. Cuando uno respeta a los demás, no hay fanatismos, ni problemas. Los problemas vienen, cuando alguien, "de buen rollo" se empeña en decirte como debes pensar, y encima te dice que el problema lo tienes tu. Es curioso el uso de las palabras, como se retuerce todo para dar el mensaje, como se relativiza el discurso para atraparnos en discusiones semanticas absurdas. Por cierto, para quien aun no lo haya leido, altamente recomendable el libro de Marcello Pera y Ratzinger, "Sin Raices".
Como dijeron aquellos "prohibido prohibir".
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