martes, 23 de abril de 2019

Mi semana (Audrey)

Ya me toca volver al colegio. Estoy que no lo llevo. Se me han pasado estos diez días tan rápido, que casi no me ha dado tiempo a descansar.
Hemos hecho muchas cosas divertidas. He ido de excursión, al acuario, a nadar, a jugar... Todo lo bueno se pasa muy rápido, y lo malo dura un montón.
El día de Ramos estrene un vestido muy chulo. Fuimos a misa y como no tenía natación, pude alargar la comida un montón. Siempre me tengo que ir apurada y estos domingos pude quedarme a jugar y ver la televisión.
Me encanta la serie "el joven Sheldon" En algunas cosas me recuerda a mi, y me alegra que haya gente como yo por ahí. No me se todas esas cosas que él se sabe de ecuaciones y demás, pero me recuerda mucho a mi. Como en vacaciones me acuesto media hora más tarde, veíamos la serie juntos antes de dormir. Ahora por culpa del cole ya vuelvo a estar apurada de nuevo. Sigo sin entender porque tengo que ir tanto tiempo ¡Que resuman!
Solo me anima que veré a mis amigos. En fin, solo me queda mes y medio para las vacaciones de verano.


El muro y la noche

  Cuando vi por primera vez la película de Star Wars, muchas cosas impresionaron a mi yo de ocho años. No solo eran las naves espaciales, - que me encantan -, también los diferentes tipos de planetas y razas, la ropa, los animales... En fin, todo un mundo nuevo por descubrir. Pero días después mientras pensaba en la peli, otras cosas iban calando en mi. Así ha funcionado siempre mi cerebro. Yo vivo algo, y luego con el tiempo voy clasificando mis emociones y pensamientos hasta llegar a diversas conclusiones. En el caso de Star Wars fue una principalmente: espero no tener nunca que ser parte de la resistencia.

   Con el tiempo volví a tener esa impresión en numerosas ocasiones. Cuando estudiaba: la conquista del Oeste, el genocidio Nazi, la guerra de Yugoslavia. Momentos en los que una persona corriente debe enfrentarse a cosas que no ha pedido y tomar una posición. Siempre recé para no ser esa persona. No ser la que tuviera que verse como parte de una minoría, el dinosaurio a punto de extinguirse, el colectivo minoritario. Esa sensación no iba unida al miedo, sino a la perdida. Al hecho de formar parte de lo descartable. Descubrir que tus valores, tu raza o tus creencias no son las mayoritarias. De pronto eres el único habitante de las llanuras, y al minuto siguiente eres un salvaje despreciable que hay que exterminar. Me pregunto ¿que opinión tendrán el Presidente de México y su experta en historia esposa, acerca de la colonización de América del Norte? Seguro que muy refrescante.

viernes, 12 de abril de 2019

La mirada

Durante toda mi vida he sufrido la mirada condescendiente de aquellos que no creían en Dios. Una mirada elevada, un cierto tufillo de superioridad la de aquellos que se creían más listos que yo, o menos miedosos. Para esos seres superiores, creer en Él es una especie de tara. Algo que me infantiliza, o me hace diminuta, porque si no, ¿Por qué voy a aceptar a un ser superior? Sino necesito que me riñan y me castiguen ¿Por qué voy a seguir sus reglas? Si no tengo miedo a la muerte ¿Por qué voy a creer en el más allá? Si soy un ser racional y maduro, ¿para que necesito un ser supremo?