lunes, 23 de octubre de 2017

Ni el boxeo ni la iglesia son lo que eran.

   El boxeador McGregor ha vuelto esta semana a convertir el boxeo en un emulo de la mítica WWE. Creo que si se dieran dos premisas: ser hombre y rico. Me pagaría un combate con él solo para ponerlo en mi perfil del teléfono: en ese punto esta el boxeo. Como casi todo lo demás, se vende por dinero. Igual os parece que este no es un asunto de hondo calado, y estaríais equivocados. Todo lo que ocurre en el mundo últimamente, solo se explica de dos modos: falta de valores y codicia. Ya ni el boxeo es lo que era.
 
    Antes uno ejercía un oficio, el que fuera, con dignidad y pundonor. Siempre había desalmados e inútiles, porque sino esto no sería la tierra, sino el cielo, pero mal que bien, la cosa marchaba. Ahora ya solo me queda como modelo de persona seria y digna la Reina de Inglaterra, y miro con desconfianza lo que deja detrás.

Mi semana (Audrey)

He estado perezosa para escribir porque en el cole me ponen deberes. Entre las clases, el ballet y lo de las letras estoy cansadísima. Por eso no os había contado lo bien que me lo pasé el puente pasado, y por lo visto, la semana que viene tenemos otro de cinco días.
El puente pasado estuve en casa de mi amigo Herminio. Me lo pasé mejor que bien, porque además hubo muchísimo sol y calor, y corrí por el jardín un montón. Hice carreras con: la abuela, mamá y papa. Corro que me pelo. Lo único que no pude jugar con los perros porque están muy grandes. Los pobres se quedaron en su casita mientras yo corría, pero espero que no se hayan enfadado por eso.
En natación me sigue yendo genial. Me gusta muchísimo nadar y por lo visto lo hago rápido. Dice mamá que ella era muy lenta cuando era de mi edad. Me hace gracia pensar que un día fue como yo.
En el colegio este año estoy más contenta, lo único que a veces me cansa ir todos los días con la falda del uniforme. Me aburre repetir las mismas cosas todos los días. Dice mi profe de inglés que se mucho y que lo hago muy bien, lo que peor se me da es escribir. Escribo bien, pero me aburro repasando letras y les cambio las formas. Me dice mamá que disimule y haga lo que me mandan, y que luego escriba como me de la gana, que por cierto, es lo que ella hacia en el cole. A ver si le hago caso, porque sino, no voy a conseguir que me pongan buena nota en eso.
Con mi paga me compré el nuevo álbum de cromos de Yokai y estoy coleccionándolos. Me divierte cambiarlos con mis amigos, aunque por ahora, solo colecciono yo y se los regalo.
El otro día una niña mayor me contó una historia de una muñeca asesina, y por la noche no podía parar de llorar del miedo que tenía. Dice mamá que es de tontos ver cosas de miedo si te dan miedo, así que voy a hacerle caso y cerrar los oídos fuerte cuando me cuenten cosas de esas. Pero veo yo que hay mucha niña mala suelta ¡como si no lo supiera ya!
Hoy voy a comprarme un fantasma de plástico para decorar nuestra fiesta de Halloween. A mamá y a mi nos encanta ese día y damos una merienda. Ponemos cosas divertidas como arañas de gominola, y yo me pinto la cara y como todas las chucherías que quiero. Falta solo una semana ¡que emoción!
 

lunes, 9 de octubre de 2017

Crítica sobre Blade Runner 2048: la replicante del original.

   Cuando se anunció que iba a haber una secuela de Blade Runner, me juré que no iría al cine. La primera parte es una de mis películas preferidas, (a nivel emotivo la más). La que me hizo soñar con la ciencia ficción y temer el futuro a partes iguales. Blade Runner me hizo entenderme mejor, porque a veces, me siento más un Nexus que otra cosa y me hizo plantearme muchos conceptos éticos  y religiosos.

     Para los ojos del que sabe mirar, la primera parte está llena de: poesía, mística, filosofía, arte, amor y dolor. Está compuesta por pinceladas de vida, y contiene una de las escenas más icónicas del cine, y probablemente unas de las mejores lineas de dialogo para alguien religioso, o humanista: la muerte del Nexus 6 interpretado por Rutger Hauer. Un replicante que, tras tratar de comprender el sentido de la existencia, acepta finalmente la gran y única verdad que representa la muerte, y que con ella, todas sus vivencias desaparecerán: "como lagrimas en la lluvia". Le deben mucho esas lineas al propio actor, - que como yo era amante de la poesía de Rimbaud, y por ende, de su "Barco ebrio" -, y con su improvisación pasó a formar parte del imaginario cinefilo de muchos y de la historia del cine.

martes, 3 de octubre de 2017

La provocación, Nash y el Jus in bello.

  Ignoro como llevan el golpe de estado catalán el resto de los Españoles: yo muy mal. Miro alrededor y no se bien si sentirme perpleja o no. La realidad depende de la emisora de radio que sintonices, y eso nunca es buena señal. Escucho a Albert Boadella y no me tranquiliza sentirle tan angustiado como lo estoy yo. Lleva predicando en el desierto más de treinta años, los que lleva avisando de lo que ocurría en Cataluña. Como he dicho ya varias veces, ver lo que otros no ven con años de antelación, no conducen más que a la soledad y la ulcera.