lunes, 30 de noviembre de 2015

Disney y sus culebrones para niños

Ayer fuimos al cine con Audrey a ver "El viaje de Arlo". Lo primero que quiero hacer es un warning a los padres. Pixar ha sido comprada por Disney, y por desgracia, ya no se puede ir a las películas con la tranquilidad de antaño. Por lo visto las viejas costumbres nunca mueren, y así como destrozaron mi infancia con el maldito Bambi y su madre muerta, ayer hicieron llorar a mi hija con el papa de Arlo. No se por que narices se empeñan, en que para aprender una lección de la vida, tienen que matar a tus padres. Lo único que hacen es crear traumas a niños muy pequeños, que en muchos casos gracias a Dios, no se les había ocurrido que perder a sus progenitores fuera una posibilidad. ¿para que prepararles para algo que igual no ocurre hasta que sean muy mayores? ¿tiene sentido hacer llorar a un niño que ha ido al cine a divertirse?
Dicho esto que me encantaría escupirles en la cara a los animadores y creativos de la factoría Disney, si ello sirviera de algo, paso al motivo del post, que pese a mi arranque no era tanto quejarme de la película, como ensalzar el corto previo a la misma.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Dar o no dar tu poder

Siempre que nado me da por reflexionar. Es un proceso curioso que también me ocurre cuando salgo a correr, me ensimismo y en lugar de ir hacia afuera, me enroco en profundos debates conmigo misma. Algunos de ellos tienen solución, otros no, y la mayoría de las veces, acabo escribiéndolos aquí.
Nadar tiene algo de embrionario, de vuelta al origen, en mi caso esa sensación se acrecienta porque cuando llego, suelo saludar al señor que vigila la piscina, y que fue quien me enseño a nadar.

jueves, 12 de noviembre de 2015

Otoño

Hay ocasiones en que suceden cosas que no programamos.
Cosas que nos hacen sentir pequeños y desvalidos.
Que nos hacen pensar que este mundo, es grande y despiadado. 
      

lunes, 9 de noviembre de 2015

Sobre la frivolidad que de tanto caer, ya cala hasta los huesos...

Creo que ya os he dicho que me gusta mucho el cine, pero no me considero cinéfila. Con el séptimo arte me ocurre como casi con todo; me gusta lo que me gusta, y lo que no, no lo trago. Con esto quiero decir, que me importa un bledo si hay películas en blanco y negro que son el sumun del arte, que Wes Anderson y sus marcianadas me dan igual, y que cuando dicen que una película ha ganado el festival de Cannes, procuro no verla por principio.
A mi me gusta el cine como concepto, ir a la sala, oler a palomitas, comprármelas, sentir la emoción previa a la proyección y disfrutar el espectáculo, que a ser posible debe entretenerme porque para tristezas, las mías.