jueves, 17 de mayo de 2012

Los juegos del hambre (yo)

En este post, no pretendo hacer una crítica exhaustiva del libro de Suzanne Collins. Ya hay muchos artículos dedicados a ello. Sin embargo, si me gustaría comentar algunos de los detalles que, a mi juicio, son más interesantes.
El libro nos sitúa en un futuro más cercano a la Revolución industrial que a esos futuros de neones que nos presentan otros autores. Norteamerica ha sobrevivido a una catastrofe y los supervivientes lo hacen divididos en distritos. Todos los años, para agradecer al Capitolio, (Gobierno), que les salvara del hambre, todos los distritos tienen que ofrecer un tributo para participar en una especie de Gran Hermano donde solo puede quedar uno. Para más inri el tributo tiene que ser obligatoriamente un niño o adolescente.


Es curioso el paralelismo con la vida real. Cada distrito esta especializado en algo y producen eso nada más. La gente en los distritos pasa hambre, hay cartillas de racionamiento, mercado negro y miseria. Mientras en la capital todo es glamour, esplendor y frivolidad. El mundo que presenta Suzanne Collins aterra por su realismo. ¿Acaso no recuerda mucho a la Rusia actual?, supermodelos casadas con millonarios que visten oro de la cabeza a los pies mientras en el campo la gente sobrevive entre patatas, hambre y miseria. También es irritante "el agradecimiento" al Capitolio. Es curioso, porque yo a veces he experimentado esa misma sensación. La de que los políticos, no solo viven a costa mía, sino que encima tengo que estarles agradecida por ello. En cuanto a la parte de los juegos, esa si que es real. La única diferencia es que en el libro se matan. Por lo demás es todo lo mismo. La audiencia sedienta de espectáculo, que acepta todo, un presentador soberbio y engreído que maneja silencios y risas. Que contempla con empatía fingida los esfuerzos de unos y otros por sobrevivir. Una audiencia a la que le da igual ocho que ochenta con tal de ver espectáculo, que no le altera el pulso que les cambien las reglas del concurso cada dos por tres, una audiencia pintarrajeada de colores que ve las vidas de los demás como si fueran sims en lugar de personas. Y detrás de la pantalla... detrás la mente de un hombre, el presidente, que lo único que quiere es tener a la gente entretenida en la capital y a los distritos atemorizados. Ya lo dice el presidente, la esperanza es peligrosa. En fin, un libro que debería hacer a la gente reflexionar sobre lo que ve en television.  No se puede hacer espectáculo del sufrimiento de los demás y de sus vidas como si fueran monigotes en lugar de personas. No se como hubiera sido la vida de Belén Esteban sin la tele. Solo se que a veces se puede morir lentamente, día a día. Es curioso pensar que los toros estén prohibidos por su crueldad y clavarle banderillas diarias a la Esteban no. Claro, la diferencia, esta en que ella ha elegido y el toro no.

No hay comentarios:

Publicar un comentario