viernes, 19 de febrero de 2016

Ospa 18 de febrero

Estreno mundial. Cuando uno piensa en esa frase imagina flashes, multitud y expectación. Si uno circunscribe la frase al mundo de la música, quizás la escena mental cambie y se vuelva más antigua. Pensamos entonces en Salieri mordiéndose las uñas ante la ultima genialidad de Mozart, o tal vez en un aburrido Strauss a punto de presentar otro vals.
Ayer fue el estreno mundial de la obra del compositor Daniel Sánchez Velasco "Danzas Flamencas", y cuando me di cuenta, pensé que me había engalanado poco para la ocasión. La inmediatez de nuestro mundo hace, que en ocasiones, dejemos pasar como comunes cosas que en realidad no lo son. El tiempo dirá si esta obra es grande o no, por ahora, es buena.
Aunque no soy una critica , me voy a dar el lujo de comentar una obra inédita.
Lo primero que me gustaría destacar es, que pese a ser moderna y contemporánea, no se limita a una exploración de ruidos, sonidos y texturas. En eso coincide con la segunda pieza de la noche de la que luego hablaré. Se trata de una obra asentada en el clasicismo del que bebe, los sonidos del mundo flamenco orquestal, pero que luego incorpora sonidos más modernos y modos instrumentales más contemporáneos. Consta de cinco movimientos ni muy breves ni muy largos donde vamos paseando por el universo de un ballet flamenco. Bien podemos imaginar esta música como ballet de una gran Opera, o como pieza en si misma. ¡Espero que se anime algún coreógrafo! porque la partitura ofrece muchas posibilidades.
El prologo nos adentra en un mundo muy "Rodrigo", muy "Paco de Lucía" muy sonido patio Andaluz; acequia; flamenquito...De ahí nos vamos a la Danza General donde hay momentos orquestales muy bellos y donde yo pude imaginar un bonito cuadro del ballet nacional. Particularmente me gustaron el tercer y cuarto movimientos: escena y fandango. "Escena" tiene un sonido muy cinematográfico, muy "Pa de deux" contemporáneo, con un hombre y una mujer que se encuentran y se separan entre las arenas calurosas de algún Oasis. Se aparta algo del sonido flamenco, para adentrarse en lugares mas árabes, más étnicos, y aparecen dúos instrumentales muy interesantes con la percusión siempre marcando el beat. Recordando un poco esos emparejamientos entre celesta y viento que aparecen en la partitura de Harry Potter. Quizás la única pega es que suena demasiado "Lawrence de Arabia" y no empasta bien con los otros movimientos, aunque quizás era la intención del autor, y por tanto, nada que añadir.
En Fandango se va descomponiendo la melodía típica de este palo flamenco, para mezclarla con sonidos más contemporáneos; bib band; ska; jazz. Se parte de un bloque sonoro que se deconstruye y deglute en formas diversas, hasta volver a convertirse en el que era. Bonito e interesante, pero en ocasiones suena a pasodoble, más concretamente a Paquito el chocolatero, y eso hace que pierda su fuerza y suene un poco "pachanguero".
El ultimo movimiento "El vito" ahonda en esa obra popular cordobesa y vuelve a pasarla por la túrmix para mezclarla con sonidos y formas contemporáneas.
La obra en conjunto me gustó, pero creo que hay demasiadas melodías reconocibles en ella, que la hacen por tanto, parecer menos inédita de lo que es en realidad, y le resta frescura.
La orquesta muy bien, y como siempre, un placer verles cuando el ritmo se apodera de ellos y empiezan a mover el culito con ritmo en la silla.
 
La segunda obra "Incantations"de Einojuhani Rautavaara me gustó mucho. Lo tenía difícil. Un momento mágico a cargo de la percusión puede hacerse eterno, pero no se hizo. Esta obra, encargo del solista que la interpretó: Colin Currie. Tiene muchos instantes bonitos. Es verdad que se hace pesada por momentos, porque al final, la gama sonora de la percusión: ya sea marimba, xilófono, vibráfono, o campanas tubulares. Es bastante similar.
Fascinante ver la maestría de Colin Currie cambiando de macillos en una suerte de malabarista Chino que va acumulando platos en un palito: uno, dos... hasta que cuando va en bicicleta y lleva cien piensas: "¡Guau!".
Hermosos los momentos finales del primer y tercer movimientos, creando una tensión entre la marimba y las campanas tubulares que tiene mucho de pesado, de esfuerzo, de marcha fúnebre en el primer movimiento, y de mágico y liberador en el tercero.
El autor es ciertamente heredero de algunos sonidos muy Sibelius, pero sobre todo, de su atmosfera interior. De ese crear sonidos que se asemejan a ruidos, pero que componen un ambiente, no solo texturizan sin llegar a ninguna parte. Estos sonidos, como los de su predecesor, caminan hacia alguna parte, desembocando por lo general, en un momento orquestal armónico y bonito, y no en un conjunto de ruidos exploratorios. Sin parecerse nada, me acorde de los Arabescos de Debussy.
Me gusto mucho y agradecí la propina. Una pequeña obra para Marimba de la que perdonadme, pero he olvidado el nombre. Me gusto sobre todo, porque me encanta la percusión y me fascina ese sonido casi acuático de este instrumento. Como si alguien estuviera tocando un piano debajo del agua, o metido en una inmensa barrica.
Estupendo el solista y la Orquesta.
 
Después del descanso una obra conocida y reconocida. La Sinfonía nº 1 de Rachmaninov. ¿Qué puedo decir? Bella sin más. Mi preferido eso si, es el ultimo movimiento. El único que a mi juicio suena como su autor, ya que los otros,  sobre todo el tercer movimiento, resultan muy románticos, muy escuela alemana y me dan más pereza.
Hay momentos en los que la orquesta, muerde, ataca el instrumento y el sonido con esa misma hambre con la que el genial pianista que era su autor, atacaba el piano. Esa intensidad, esa "paliza" a la que somete las teclas, es la que se escucha y se siente en este, bien llamado, Allegro con fuoco. Resulta divertido además porque tiene dos amagos de gran final. Dos in crescendos que aumentan la tensión... para luego hacernos la cobra y darnos esquinazo melódico. Curiosamente, el verdadero final, llega tímido y casi burlesco, un : "¿Ah? ¿pero terminó?
 
Un estupendo concierto y un muy bien elegido repertorio.
 
No me olvido del Director Rossen Milanov, al que no veíamos desde hacia un tiempo en Gijón. Estuvo muy bien, pero le noté algo ausente. Quizás pendiente del estreno de las "Danzas" ya que con su origen tuvo mucho que ver.
 
Por otro lado comentar que ayer ocurrió todo lo que me toca las narices en un concierto, y tuvo merito que consiguiera concentrarme. Me explico: dos teléfonos móviles que sonaron en mitad de la actuación; un tremendo estornudo simultaneado con el final del Allegro de Rachmaninov; una señora sacando juanolas de una caja; otra comiendo caramelos; un sorprendente abanico y la silla de un músico que se empeñaba en participar con sus chirridos.
 
¿El publico leyó percusión y quiso participar?....
 
Como hace mucho que no pido nada, en mi lista para el año que viene, por si cuela, incluyo:
 
-El preludio del "Oro del Ring" de Wagner: como el ruido y la tensión orquestal pueden ser hermosos.
 
- Los arabescos de Debussy. Me conformo con el primero. Magia en estado puro. Y no. No me vale que me lo cambien por la "Suite Bergamasque" o cualquier otra maravilla del autor.
 
-El Adagio para cuerdas de Samuel Barber: Bellísimo, tristísimo, hermoso.
 
Con esto me despido, ¡gracias a todos y hasta el próximo!
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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