sábado, 22 de marzo de 2014

Ospa 20 Marzo Gijón

El jueves pasado, la propuesta de la Ospa era innovadora. ¿Innovadora con Debussy y Ravel diréis? pues si, porque ambos autores fueron tan adelantados a su época en exploración de sonidos y libertad creativa, como lo fueron sus contemporáneos, los pintores impresionistas y expresionistas. El programa tenía una consistencia formal clara, Ravel admiraba a Debussy y fue su heredero en muchos aspectos, pero quizás, cayó en ser algo pesado debido a la similitud entre las dos obras propuestas. Al menos, ese era el comentario de casi todos mis compañeros de silla. Los Nocturnos de Debussy fueron brillantemente interpretados por la Orquesta. De los tres movimientos mi favorito es Nubes.
Lo encuentro particularmente difícil de interpretar debido a ese "si es no es" de su música, realmente parece que uno camina entre nubes y a mi se me dibujó una sonrisa al recordar ese anuncio de higiene femenina que se pregunta "¿A que huelen las nubes?". Son unos nocturnos que comparten con la música de Debussy esa cualidad ensoñadora, onírica y casi lisergica. Su música tiene y produce colores en mi cerebro, pero también sensaciones; mar, viento, bosques... En la parte Sirenas, el coro León de Oro, hizo una muy buena interpretación. Me gustó mucho haber escuchado esta obra y disfruté de ella notablemente.
La segunda parte, el Dafne y Cloe de Ravel. Ya el escenario, convertido en una suerte de tienda de antigüedades abarrotada y abigarrada, daba una idea de lo que la obra iba a ser. En esta obra, Ravel demuestra su perfección formal, el conocimiento profundo de los instrumentos y sus sonidos, incluida la voz humana que se solapa como un instrumento más sin preponderar por encima de la música. Aquí debo decir que doy la razón a uno de los miembros del coro que comentaba a la salida, la gana que tenía de cantar al día siguiente en Oviedo porque la acústica era mejor. No se si por la acústica , pero es cierto que a mi me faltó coro, me faltó fuerza en las voces y pese a lo buenos que son no es la primera vez que me ocurre (también en Oviedo). La orquesta brillante, desde el in crescendo del principio hasta los diferentes cuerpos temáticos de la obra que iban dando protagonismo a unas y otras secciones. Me gustaría destacar la brillantisima interpretación de Myra Pearse, que como ya nos tiene acostumbrados, pone la respiración, como y donde quiere. Ravel, es para mi, el Hitchcok de la música, debido a que en su obra siempre hay una tensión, una especie de suspense o de cuerda que tira de ti todo el tiempo sin dejarte descansar. Incluso en los diminuendos sabes que te va a sacar de ahí en seguida, no te deja disfrutar del silencio, de la pausa, te sacude. El mayor ejemplo de tensión es su famoso Bolero, donde la repetición cansina de una melodía a la que se incorporan instrumentos te agita hasta que te saca burbujas. A mi esta obra me gusta mucho en sus primeros diez minutos y sus últimos quince, el medio me resulta aburrido, casi como una exploración del autor, como una transición de una banda sonora, por encima de la cual se suceden cosas. Quizás porque se trata de un Ballet y a la música le falta, en mi opinión, algo para llenar del todo.
Fue una interesante propuesta y un estupendamente interpretado concierto en mi opinión, con algunos momentos de enorme brillantez.
Sería maravilloso que programaran en algún momento la Sonata para violín y chelo que Ravel le dedicó a Debussy y si puede ser junto a los Arabescos de Debussy y el genial Peer Gynt de Grieg pues ya el colmo (pedir es gratis)

2 comentarios:

  1. Leer tu comentario me hace revivir el concierto,por tanto ,disfrutarlo otra vez.Gracias y...hasta el próximo.

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