Hoy un amigo me recordaba una frase, "España es el país que mejor entierra a sus muertos" y es verdad. Eso mismo pensaba yo estos días atrás, ante el empalagante cinismo que ha rodeado el funeral del ex presidente. Sobre su memoria y sus méritos no voy a quitar ni poner, ni era tan bueno primero, ni tan malo después, ni tan divino ahora. Fue un hombre honrado, uno de esos pocos que transitan por el mundo de la política, tuvo sus fallos y sus aciertos, pero unos y otros salieron de la convicción profunda de que hacía lo correcto. Ha muerto tras años de una enfermedad degenerativa neuronal, ¿alguien se ha preguntado porque las neuronas se suicidan así?, pues hay estudios recientes que lo relacionan con el estres y la decepción, a lo mejor no es tan sencillo ser bueno en esta España que te ensalza en la muerte y te escupe en vida. Me da la risa ver al Rey y los ex presidentes ante el féretro, ¿se habrá olvidado ya el del PSOE de todas las zancadillas que le hizo en vida?, me sobrecoge la caradura de quien ha usado su muerte para componer un discurso pro independencia Catalana, pervirtiendo y subvirtiendo la historia a favor del rio independentista, del que se dice amigo y no le apoyo cuando tuvo que hacerlo, del que heredó su legado pero le arrincono oportunamente... en fin, lo que viene siendo un funeral patrio.
Suarez tuvo el punto justo de suerte y tragedia en su vida para que la gente le amara sin envidiarlo, eso se refleja en los miles de ciudadanos que han acudido a presentarle sus respetos, ¡ellos si cuentan!. La medallita póstuma, las palabras y las loas, esas, pueden metérselas por donde amargan los pepinos.
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