Lo primero que debo hacer, es dar las gracias a la empleada de Recrea en la Universidad Laboral, sin la cual, no hubiera podido asistir a este concierto porque perdí mi entrada... Ultimamente no se que tengo en la cabeza, pero desde luego nada bueno, en una semana perdí una sortija, mi entrada... En fin, lo bueno es, que todavía hay personas amables y profesionales como ella, que indagó y me consiguió otra. Tampoco los elementos ayudaban a que consiguiera escuchar el Requiem, la Universidad laboral se inundó y nos derivaron al Auditorio Príncipe de Asturias en Oviedo. Daba pereza al principio pensar en desplazarse en una tarde lluviosa de sábado, pero la verdad, mereció la pena. Yo no conocía esta obra, he de decir que tampoco conocía a su autor, así que me puse a investigar un poco sobre ambos. Benjamín Britten era un pacifista y eso queda patente en este Réquiem porque después de escucharlo uno se queda sobrecogido, como si acabara realmente de sufrir un bombardeo.
La música es intesa, bella y sobrecogedora, la percusión constante, tambores, cimbales, gong... todo el repertorio, de hecho, ¡yo no sabía que la Ospa tuviera tantos músicos en esa sección!. El amplio escenario del Auditorio permitía, además, que quedaran repartidos cómodamente y no como en el Jovellanos, que a veces parecen sardinas en lata. ¡Ojo!, yo adoro el Teatro Jovellanos, bailaba en él con mi academia de baile y me gusta su olor, sus escaleras, su atmofera y su aspecto de Señor mayor elegante. Pero volviendo al Réquiem debo reconocer que me absorbió por completo, es una obra poderosa, con pasajes hermosos en los que el Coro Príncipe de Asturias brilló con fuerza. Original en su concepción con dos coros, uno normal y otro de voces blancas que cantan en Latín, mientras los solistas lo hacen en Inglés. Me gustó muchísimo la voz de la soprano, con un color muy bonito y una gran fuerza que no había gong que pudiera opacar, bella la del tenor pero de menor recorrido, el barítono me dejó indiferente. La Ospa hizo una interpretación brillante con la solemnidad, la fuerza y la oscuridad que la obra requería, porque es una obra agónica, desoladora, una que te recuerda los tañidos de campanas fantasmas en iglesias destruidas, una que habla de niños con infancias rotas, de muerte, de destrucción, de desolación y desesperanza... de guerra en definitiva.
Escuchándola volví a pasear por la antigua Yugoslavia, por pueblos con paredes destruidas por el mortero, a recordar a alguien a quien quise que no tenía fotos de su infancia porque su casa había sido quemada hasta los cimientos, alguien que tuvo que huir con su madre embarazada y con siete años del que había sido su hogar... Benjamin Britten, y todos los músicos y cantantes del sábado me transportaron allí y creo que eso era lo que el autor quería, que nadie pensara nunca que en la guerra hay algo heroico o hermoso, la guerra es siempre una suma cero, nadie gana.
En fin, un gran espectaculo y una buena recomendación musical para los que como yo, no conocieran esta sobrecogedora obra.
Siempre me gusta leer sus comentarios sobre el concierto de turno ,de la Ospa.me gusta ,especialmente ,la interacción que establece entre ellos y su vida y pensamientos.Gracias por escribirls.M permite gozar por segunda vez.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por leerlos y por haberme dejado un comentario al respecto. Me hace muy feliz saber que hay personas que disfrutan con lo que escribo :) gracias
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