lunes, 4 de noviembre de 2013

Las cajas


Yo soy de esas personas a las que no les gusta la lluvia. Curiosamente la nieve no me produce el mismo efecto, es la lluvia con su martilleo constante, su melancolía y su empeño en mojarte la que me irrita. Pensaba en ello durante este lluvioso fin de semana, empecé pensando en cuanto me gustaría volver a Lanzarote o a Oahu (esta ultima si existiera el tele transporte porque 25 horas de avión nunca más...) y terminé pensando en la Caja de Schrödinger. Está por todo google para el que quiera profundizar en esta paradoja de la cuántica, pero en resumen el tema es que no podemos aplicar las leyes de la mecánica cuántica al plano físico, es decir, que mucha paradoja para decirte al final que no sabemos mucho de casi nada..., lo que si se es que los humanos tendemos a meternos en cajas, tendemos a hacer pequeñas nuestras vidas y las de los demás. Construimos tabiques invisibles, paredes en el aire, creamos espacios angostos donde nos asfixiamos y lo más extraño es que ni siquiera nos damos cuenta.

El mundo está lleno de posibilidades, de opciones y en realidad, nadie nos niega ninguna de ellas, nos las negamos nosotros mismos, en un apto de estupidez y estrechez mental sin precedentes. Nos decimos, "¿como vas a ponerte esos calcetines rojos con eso si no se lleva?, ¿Cómo vas a ir a clase de música a tu edad?, ¿Cómo vas a escribir un libro?... Es como un juego de Matrioskas infinito, nos metemos en una muñeca más pequeñita cada vez hasta que nos encerramos en un zulo de dimensiones ridículas. Como en el Aleph de Borges que medía dos centímetros y contenía el universo, así nosotros, reducimos un universo entero a la nada. Alguien a quien conocí, cada vez que le decía, tienes que hacer esto o lo otro, siempre me contestaba, "yo lo único que tengo que hacer es morirme" y tenía razón, por desgracia es la única cosa de la que ninguno nos vamos a librar, pero todo lo demás es opcional. Evidentemente no todas las opciones están a nuestro alcance, hay realidades terribles, pero desde luego hay muchas decisiones posibles. Como antes hable de Oahu voy a contaros una de las cosas más bonitas que me traje de Hawaii, una historia; Cuando ya la crisis empezaba a arreciar en Usa, el departamento de bomberos de una ciudad del medio Oeste, prejubiló a  todos sus bomberos mayores de 45 años debido a un recorte en el presupuesto publico. A esa edad, se es demasiado joven para ser viejo, pero demasiado viejo para ser joven. Uno de aquellos hombres siempre había tenido un sueño, vivir en Hawaii, pero nunca se lo había podido permitir. Después de unos meses de depresión y horas de Canal Historia decidió que no tenía nada más que perder de lo que ya había perdido e invirtió sus ahorros en un terreno en una ladera de Big Island. Su mujer se enfadó y no quiso acompañarle, pero el no desistió, construyó una casa poco a poco y mientras buscó un trabajo. Fue camarero y recepcionista hasta que al final, decidió rentabilizar sus horas del History Channel se sacó el titulo y se hizo Guía turístico, pero no uno normal, uno de los que conducen excursiones en autobús. Como era listo, tenía labia y se le daba bien la gente, ( a mi me encandilo en cuanto me dijo que era como una joven Julia Roberts), en pocos años se convirtió en el conductor estrella de una empresa, luego en socio de la misma y cuando yo le conocí le habían dado por quinta vez consecutiva el premio al mejor Guía Turístico de Hawaii, y creedme, allí eso es Big Deal. La moraleja de la historia es que aquel hombre no se encerró en una caja, no se dijo a si mismo lo que no podía hacer y no escuchó a los que le quisieron decir lo loco que estaba y fue feliz, pero no porque logró el éxito, sino porque vivió su vida como quiso vivirla y tuvo el valor suficiente como para hacerlo. Ps, Su mujer se reunió con él en cuanto construyó su casa.  

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