El jueves pasado se celebró en Gijón el ultimo concierto de la temporada de la OSPA. La primera parte del programa contaba con la presencia de uno de los mejores violonchelistas del mundo. El Noruego Truls Mork. El chelo es mi instrumento preferido, ya lo he dicho alguna vez, así que estaba espectante. El señor Mork salió y colocó su instrumento con reverencia. Un chelo construido por Domenico Montagnana en 1723. Su madera oscura y bella, su presencia ya de por si imponente. Su sonido profundo, agudo en ocasiones, grave en otras, pero siempre un poco ronco, antiguo. El interprete magistral. Todo un privilegio escucharle. Se nota que es uno de los mejores y se nota que es un gran profesional que se entrega en cada interpretación.
La obra "El concierto para violonchelo en si menos" de Dvorak estuvo muy bien interpretada por la orquesta y dirigida con enorme dinamismo por Perry So, un jovencisimo director de Hong Kong.
La segunda parte eran las "Danzas sinfónicas" de Rachmaninov. En ellas me sumergí entre campos y praderas. De hecho estuve paseando toda la segunda parte por una inmensa campiña verde, con una ligera brisa, fresca, pero no fría. A lo lejos una pequeña colina, por mi lado pasó la Reina de Inglaterra (uno de mis ídolos) con sus perros: Nos saludamos cortésmente y yo proseguí mi paseo mientras intentaba que el pañuelo que llevaba en el pelo no se volara con el viento... Evocador en fin y bellisimo, la música clásica siempre lo es.
La dirección de Perry So, dotó de energía y alegría a los distintos movimientos de la obra bellamente interpretada por la orquesta.
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