Lo primero de todo, ¡felicidades! La OSPA cumple 25 años, y estamos de celebración.
Recuerdo cuando nació, la vi dar sus primeros pasos mientras yo era una adolescente que pensaba en irme a estudiar a otro país, y a la que poco le importaban de aquella los recién nacidos.
Cuando volví comenzaba a dar sus primeros pasos firmes, pero yo estaba ocupada eligiendo mi futuro. Mientras ella echaba los dientes, yo alcance mi primer cuarto de siglo, y no se si perdida, o encontrada, me fui a trabajar al extranjero, y ahí, nuestras vidas comenzaron a entrelazarse, porque mi madre me contaba los conciertos por teléfono, haciéndome pasar muchas ganas de asistir. Con los años, ya adulta yo y adolescente la OSPA, comencé a frecuentar su compañía, y nos hicimos amigas. Una amistad que perdura, que me hace muy feliz, y merced a la cual celebro con alegría este, su primer cuarto de siglo, que a ella la encuentra plena, determinada y con un futuro prometedor.
Para conmemorar este aniversario vamos a asistir a una temporada peculiar, ya que en determinados conciertos, actuaran como solistas algunos de los miembros de la orquesta. Es una iniciativa que alabo, porque nos permite a los espectadores conocer un poco más, a esas personas que nos hacen disfrutar los jueves de cada mes.
El programa de ayer era de los que hacen afición. Por un lado las 4 estaciones de Vivaldi y por otro, la Sinfonía 4 en fa menor de Chaikovski.
Las 4 estaciones es una obra, que por conocida, nadie conoce en realidad. Es una paradoja, pero la mayoría de las personas confunden la primavera con el invierno, o creen que alguna obra de Dvorak corresponde a esta pieza. En realidad son cuatro conciertos pequeñitos, donde Vivaldi, compone toda clase de efectos especiales, ya que usando únicamente las cuerdas de la orquesta, (incluyo el piano), logra un mundo de color y sonidos. Desde relámpagos a pajarillos, pasando por caminantes o lluvia. Todo ello a base de sordinas, pizzicatos, cuerdas rasgadas, dulzura melódica y pinceladas de genialidad.
La orquesta estuvo estupenda, quizás algo fría en la primavera, para ir calentando hasta llegar a mi estación preferida, el invierno. En él, un magistral Alexander Vasiliev, demostró su arte y su oficio, tocando de diez una obra, que por conocida se hace difícil de clavar, ya que todos creen ser entendidos en la misma.
Por otro lado, a mi vecina de silla y a mi, nos encantó leer en el libro que nos dieron, la biografía de los solistas, porque entre otras cosas, la chica que hasta ahora conocíamos como "la de los brazos larguísimos", sabemos ya que se llama Eva Meliskova y que, por cierto, interpretó un prodigio de Otoño.
La segunda parte prometía, porque Chaikovski rules, (que dirían los del otro lado del charco), pero también porque a mi, cualquier cosa que sea en fa menor, va a ser difícil que no me guste.
Este concierto lo había escuchado en varias ocasiones, pero nunca en un teatro. Ayer comprendí, que si bien las 4 estaciones pueden ser confinadas a un CD, la grandeza de esta Sinfonía no.
Para mi, el primer movimiento, y el ultimo, ¡son de escandalo! ¡Que maravilla! Siempre he pensado que si tocase un instrumento, me encantaría tocar algo así de enloquecido, !a bombo y platillo! con las cuerdas a punto de quemarse, la sección de viento a todo pulmón, y los martillos de la percusión on fire.
Sobre la obra poco que añadir que no este por multitud de webs, quizás que su autor consigue transmitir con perfección lo que quería, que no era otra cosa que su alma eslava. La vida para él, estaba marcada por un algo fatídico, un fatum que cual tragedia Griega, le iba alejando de la felicidad cada vez que creía tocarla. Así la música nos pasea por momentos de enorme exaltación y fuerza, para luego llevarnos a esas pequeñas corrientes de aire, brisa alegre, que como su autor quiso que fuera, no perduran y se nos escapan entre los dedos. La tristeza por lo perdido, el enfado, y la soledad, se sienten en una obra magistral magníficamente interpretada por la OSPA.
Al final del concierto, como no podía ser de otra forma, ovación de gala para la orquesta y su magnifico director.
Quienes quieran disfrutar de este concierto hermoso, se repite hoy día 9, en el Real sitio de Covadonga a las 18:30. Lujo en el escenario y en la actuación.
Ahora solo nos queda esperar hasta diciembre, donde espero disfrutar muchísimo con el Concierto nº 17 para piano de Mozart, concierto que por cierto recomiendo enormemente para los amantes de este autor, porque es un concierto muuuuy Mozart, me explico, muy alegre, juvenil, muy de violín festivo, que hasta el piano suena agudo y chirriante, y que transmite felicidad, pelucas empolvadas y pasillos dorados donde los hombres van con taconcitos absurdos.
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