De la envidia se han ocupado todos los grandes hombres. Creo que eso es en si mismo, muy significativo, porque implica que existe desde el principio de los tiempos, y que ataca en cuanto algo o alguien brilla. Ya lo dijo Leonardo DaVinci: " En cuanto nace la virtud, nace con ella la envidia y antes perderá el hombre su sombra que la virtud a su envidia".
Para las grandes religiones la envidia llega por culpa del pecado. Nacemos puros y ¡zasca! nos llega el pecado y se acabó lo bueno. Comienza entonces la lucha, la batalla por parecernos a Dios, el debido cumplimiento a los mandamientos que ya empiezan "obligando" a "amar al prójimo como a uno mismo", (para mi gran eslogan anti envidia). Para las religiones orientales más pendientes siempre del camino interior, la envidia nace del olvido. El hombre "olvida" su naturaleza bondadosa y se pierde en el proceloso mar de las emociones negativas. Debe por tanto enfocarse, centrarse, concentrarse y recordar la senda interior.