La niña de las tortugas

Ayer por la tarde en Cabarceno, me ocurrió algo que me hizo pensar. Estaba mirando a las tortugas con Audrey, y había una niña al lado. Hice un comentario que le hizo gracia, y se echó a reír divertida. Enseguida se giró y se puso a charlar conmigo. Hablamos un buen rato, me contó muchas cosas sobre las tortugas; lo que comían, lo que hacían. Su padre esperaba con paciencia a que terminara de hablar, pero también parecía un poco emocionado. Por lo visto no son muchos los que escuchan a su hija, una niña encantadora, pero con síndrome de down. Cuando se despidieron, ella me dijo, "te quiero mucho", su padre le dijo que no era lo apropiado, y ella replicó; "¿por que papa?, si la quiero. Ese te quiero, tan sincero y bonito, lo guardaré en el corazón para siempre. Pero también me guardaré la expresión agradecida de un padre, uno que sabe de las dificultades y renuncias de criar a un niño diferente.
Me recordó un articulo de susanna Tamaro, uno sobre un niño con una grave enfermedad, que ella conocía, y que falleció recientemente. En dicho articulo comentaba cuanta luz, y cuanta alegría dió ese niño a cuantos tuvieron la fortuna de conocerle.
Si la madre de la niña de las tortugas, no hubiera tenido el valor de tenerla, yo nunca hubiera podido conocerla, y ella no hubiera alegrado mi día del modo en que lo hizo.
En el mundo hay cabida para todos; los altos, bajos, guapos, feos, listos y tontos. Todos nos enriquecen de alguna manera, todos formamos parte de una cadena, no deberíamos cortar eslabones a la ligera. Sobre todo, no deberíamos permitir que nos convenzan, de que hay personas que merecen más que otras, pisar la faz de la tierra.