viernes, 13 de septiembre de 2013

El miedo

Hace poco leí un libro en el que uno de los protagonistas, lo que pedía a cambio de una enorme traición, era que le quitaran el miedo. Eso y algo que mi hija me dijo esta semana me ha dado mucho que pensar. Nos pasamos la vida con miedo, nacer es un instante aterrador, un momento en el que cambiamos de hábitat y vamos hacia lo desconocido, caminamos hacia unas luces que intuimos al fondo y lo hacemos con el corazón acelerado y en medio de la angustia. Luego algunos lo olvidan, a otros se les queda en el subconsciente, ese gran almacén de cosas que tendemos a ignorar pero que están ahí. Mientras crecemos comenzamos a temer otras muchas cosas, la enfermedad, la muerte de los seres queridos, la soledad...

Ciertamente perdemos mucho tiempo teniendo miedo pero es difícil evitarlo, sobre todo en estos tiempos aciagos que nos toca vivir, tan llenos de zozobra como escasos de certidumbre. Yo me refugio en mi familia y en mi fe cuando siento miedo, pero se que no es un buen compañero de viaje, que tengo que combatirlo. Roosevelt dijo " A lo único que le debemos tener miedo es al miedo como tal" y tenía razón, porque es un sentimiento que atenaza, que impide caminar y sobre todo, que impide vivir, no se puede vivir plenamente si se tiene miedo.
No es que primero fuera muy valiente, pero desde que tengo una hija mis miedos se han multiplicado exponencialmente. Hace un tiempo un escritor y filosofo Español,  del que lamento profundamente no recordar el nombre porque no me gusta jamas plagiar ideas ajenas, dijo; "un hijo es una herida abierta", en su momento no lo comprendí, no era madre, pensé que era una visión bastante pesimista del asunto. Pero ahora comprendo lo que quiso decir, un hijo te hace sentir miedo todo el tiempo. A veces, te ves tan reflejada en él, que temes que viva lo que tu viviste y que sufra lo que sufriste, otras, temes no educarlo bien, no hacer de él una persona libre y plena a causa de tu propio miedo, si tiene fiebre te asustas, si en la tele ves que alguien pierde un hijo piensas en el tuyo... Ciertamente, un hijo es la mayor de las bendiciones, pero es una herida abierta. Hace una semana enterramos al hijo de treinta años de una familiar y todos lloramos por el que se fué, por los que se quedaban y por nosotros mismos. Desde el miedo se toman las peores decisiones, desde el miedo se odia y se estigmatiza, desde el miedo se juzga y se pierde la generosidad. ¡Que poquito había pensado yo en ese sentimiento y cuantas cosas me ha arrebatado!
Jesús se hizo hombre y sintió miedo, así que quizás deberíamos darle más importancia a este sentimiento que nos humaniza . Los hermanos Grimm en sus cuentos, que en realidad son algo más que historias para niños, ya nos hablaron de Juan sin miedo, un niño que era ineficiente en casi todo y que salió a buscar el miedo hasta que lo encontró., ¿por que debía buscarlo?, porque sin miedo no estamos completos. Quizás la solución no esté en dejar de tenerlo o ignorarlo, sino en reconocerlo y aprender a gestionarlo, a lo mejor el temor puede hacernos mejores si conseguimos entender todas las ramificaciones que salen de él.








No hay comentarios:

Publicar un comentario