Cuando yo tenía seis años, corría el año 1.980. En aquella época, la transición, su espíritu y hasta el espíritu del Generalísimo flotaban en el ambiente. Eso sí, nada de eso, aunque impregnara más de lo que entonces pensamos, iba con un par de niñas de seis años vestidas de tutu blanco. Mi academia de baile, muy famosa en aquella época en Gijón, daba todos los años una función donde las niñas y el marido de la directora, nos lucíamos con nuestros tutus, huelga decir que él marido no iba en tutu… aunque hubiera podido.
Yo no supe a quien le había pedido el autógrafo hasta que llegué a mi casa muy feliz y se lo enseñé a mi padre. Mi madre tuvo que pararlo porque empezó a soltar una retahíla de insultos por la boca no aptos para menores, mi abuela cuando se enteró se santiguó y casi me condena a Siberia por presunta comunista y en fin, que la felicidad de mi primer autógrafo quedó empañada por la realidad del individuo al que se lo había pedido. Con los años me formé mi propia opinión del Señor Carrillo ,bastante aproximada a la de mi familia, aunque debo decir, que recuerdo aquella tarde de cielo gris y casi verano como una de las más alegres de mi vida y ese recuerdo me ligará irónicamente de forma perenne al Señor Carrillo.
Desde aquí descanse en paz.
qUE TIERNO! QUE BELLO!
ResponderEliminaren menos palabras inmejorable
ResponderEliminarja