Voy a empezar este post musical de un modo culinario. Como ahora todo lo relacionado con la cocina está de moda, me veo obligada a hacer una declaración: soy más de huevo frito que de esferificación.
Quizás porque el director titular y artístico de la OSPA, Rossen Milanov, es un amante de la cocina nos vemos últimamente inmersos en unos programas, más cercanos a la deconstrucción y la espuma de tocino, que al plato tradicional. Entiendo que no se puede programar siempre a Mozart, y comprendo asimismo que está bien culturizar a los que amamos la música. Pero digo yo ¿entre una fabada normal y una deconstruida, no hay un punto medio?
El concierto de ayer presentaba la obra de Avner Dorman, "variaciones sin tema", compuesta en el año 2003. Sobre ella algunas cosas buenas: daba juego a la orquesta completa, lo cual me encanta; tiene momentos de locura orquestal ruidosa y absoluta, que son geniales; demuestra que hay mucho talento en el mundo. ¿Me gusto? No. ¿La voy a volver a escuchar? Si Dios quiere no y a juzgar por los que miraban el móvil, hablaban con su pareja, o dormitaban, creo que los demás tampoco.
La orquesta magnifica en su interpretación de esta obra, que seguro que explora sonidos y mezcla texturas, pero resulta poco alimenticia.
La segunda obra era de Samuel Barber "Concierto para violonchelo en la menor". Se trata de una obra bonita, pero algo sombría. El andante, que debía ser de gran lirismo, no me acabó de contagiar del mismo. Le faltaba algo, un punto de brillo, no lo sé. Pese a todo es una obra bonita y nos dio la oportunidad de disfrutar a un magnifico interprete: el solista Adolfo Gutiérrez Arenas. Su interpretación fue brillante, sobre todo en el ultimo movimiento donde la exigencia era tremenda. Sus dedos volaban de arriba abajo, derecha izquierda, y siempre con precisión en los difíciles cambios de ritmo de la obra.
Estupendo asimismo el director David Lockington, que dirigió la obra con enorme acierto. Supongo que es su trabajo, pero para mi dirigir algo tan lleno de cambios de ritmo y de diálogos solista / orquesta, se antoja extremadamente dificultoso.
Después del descanso llegó el estupendo Elgar con sus extraordinarias "Variaciones Enigma". Supongo que para él no dejaba de ser un divertimento, pero creo que es una de las obras más originales de la música clásica, sobre todo, si tenemos en cuanta que se compuso en 1899.
Su autor creó una serie de pequeñas piezas, que pretenden ser caricaturas musicales de su familia o conocidos. Casi puede uno sentir ese aire alegre de una casa de campo Inglesa, con Elgar al piano y su esposa mirando. La vecina que llega y se une, los amigos que se ríen...¡desee haber estado allí! Es una escena tan Jane Austin que me encanta pensarlo.
El titulo enigma tiene doble significado. Por un lado cada variación lleva las iniciales de quien la inspira, o un titulo alegórico. El autor que era aficionado a las adivinanzas hizo que sus contemporáneos indagasen sobre ¿a quien había dedicado cada variación? Cosa que a día de hoy ya no constituye un misterio, pero tuvo gracia en su día. Por el otro dejó en el aire otra intriga no resuelta: el tema central de las variaciones. Si buscáis en internet encontrareis algunas posibles soluciones que se han dado sobre esto, pero la verdad se la llevó a la tumba el compositor.
Para la historia queda esta composición original, adelantada en su concepción a su época, brillante y con una joya en su interior: la variación nº 9. La denominada Nimrod en honor a un personaje del Génesis y dedicada a su amigo de la editorial Novello, August Johanens Jaeger. Esta pieza que se interpreta muchas veces por si sola, es muy conocida sobre todo en el Reino unido. Se suele usar como marcha fúnebre, o en días señalados como el del armisticio tocada por bandas militares. Empieza tomando notas del adagio de Beethoven de la Patética, para luego elevarse hacia un canto más esperanzado. Su parecido con esta obra al inicio, llevo a mi vecina de asiento a confundirse, y exclamar: ¡Como me gusta Beethoven! Para luego rectificar y decir: ¿no era Elgar?
Lo cierto es que a pesar de que toda la obra es hermosa, solo esos minutos de la variación Nimrod, te hacen amar la música. Uno se siente afortunado cuando puede estar en un teatro, escuchando a una gran orquesta tocar algo tan bello.
Un comentario. ¿Las personas que estábamos ayer en el teatro somos realmente tan importantes como para no poder silenciar el móvil? Vergonzoso es que la orquesta tuviera que esperar para comenzar el andante de Samuel Barber, porque en mitad del teatro se escuchase a Siri decir: "No entiendo lo que me dice". ¿Ha sustituido el móvil al papel de caramelo y la caja de Juanolas?
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