Ayer empecé al cole. Estrené el uniforme nuevo y no me gustó. La falda me hacía cosquillas en las rodillas, y la chaqueta me picaba. Cuando llegué al patio me anime un poco al ver a mis amigos. Papa y mamá me acompañaron y parecían más nerviosos que yo. Ya sabéis que mamá es una mustia que llora con casi todo. Yo no tenía ganas de ir, tampoco quería un nuevo profe, pero admito que me lo pasé bien. Creo que no me porté mal, aunque como hablo muchísimo, tampoco creo que lo hiciera del todo bien. Mi profesor es simpático y nos dio caramelos y todo. Además nos dejó sentarnos donde quisimos. Llegué a casa contenta y con ganas de volver, de hecho hoy, le dije a mamá que me veía muy guapa con mi falda nueva.
Ayer probé un nuevo equipo de futbol. Era con chicas esta vez. Lo hice fatal. No di pie con bola y me dedique a pasear por el césped buscando piedras. No se por que lo hice. Papa se enfado porque dijo que no ponía ganas. Ahora me castigaron sin ir a futbol. Al parecer no importa que lo haga bien o que tenga talento, ellos quieren que me esfuerce. Eso me puso triste, sobre todo porque no entendí mucho donde estaba el problema. Antes quería jugar y ahora no.
Como por lo visto tengo que hacer deporte porque soy muy movida, están buscando otra cosa a la que llevarme. Espero que no sea un rollo.
En fin, os dejo porque voy a comedor ¡Espero que no haya cinta de lomo que la detesto!
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