viernes, 20 de enero de 2017

Ospa 19 enero Gijón

Mi opinión sobre el concierto de ayer podía quedarse en: Beethoven. Eso es todo. Para mi Mozart y él son la música, y detrás vienen los demás. Grandiosos músicos en ocasiones, pero detrás.
El concierto de ayer visitaba toda la coloratura de Beethoven desde sus emociones más tristes y sombrías en la Obertura Coriolano,  (oportunísima historia en estos tiempos que corren la del hombre dividido entre la justicia y la política), hasta la alegre sinfonía nº 7.

Empezaré por el director Manuel López-Gómez. Me gustó mucho su dirección, sobre todo en la sinfonía final. En la obertura, no se si porque era el comienzo y estaban todos más fríos, noté momentos de duda por parte de la orquesta que le miraba con cara de: "¿entro ya o no? Eso se resarció con creces en el concierto de piano, pero sobre todo, en el segundo y tercer movimientos de la sinfonía que fueron sublimes en mi opinión.
 
Por fin pude ver al grandísimo pianista León Mc Cawley. Hubiera deseado poder escucharle a él tocar aquel fatídico (en mi opinión) concierto de Rachmaninov, pero lo de ayer fue tan perfecto que me conformo. Su interpretación solo puede calificarse como excelente. Perfecta en la ejecución, en el sentimiento, en la sensibilidad y la fuerza, en el gusto. Hasta sus movimientos en el piano eran los que uno espera de un concertista. Elegante hasta en la propina, un bonito momento schubertiano, que me recordó mis primeros años de conservatorio.
 
Suelo extenderme sobre los conciertos, pero con Beethoven me cuesta hacerlo. Su música es sentimiento en estado puro, hay que escucharla. Recomiendo a todos que se sienten a escuchar la Sinfonía nº 7 y que disfruten de su alegría, de ese mar de cuerdas que suena agitado, a veces sostenido por los instrumentos de viento, a veces libre... que disfruten del regalo de la música cuando es perfecta. Cuando tiene la tonalidad exacta, los instrumentos precisos, las notas justas. Cuando es honesta y no quiere contarnos la historia de unos platillos chinos, o la de un viaje por la Provenza, solo transmitir un estado de animo.
 
La orquesta estuvo magnifica y el director tuvo que salir varias veces a saludar, más de las habituales. Si por mi fuera, hubiera salido alguna más, pero me quedé aplaudiendo sola.
A veces me parece que no somos conscientes de que Gijón es un pueblo, y ayer, una orquesta llena de músicos excelentes, tocó con perfección piezas del más grande, dirigidos por un gran director. Cosas así no suceden todos los días. Hay muchos más días del "no cumpleaños" que de los otros. Ya me lo dirán el próximo concierto.

 

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