viernes, 29 de enero de 2016

Ospa concierto 28 enero

¡Por fin una de mis secciones preferidas! Mi comentario post concierto. ¡Ya se echaba de menos a la Ospa en Gijón!
Ayer fue una noche de reencuentros: por un lado la orquesta, por el otro su director. Óliver Díaz volvía al Jovellanos y lo hacia dirigiendo de nuevo a la Ospa en una noche original y brillante. Como este país es así, nuestra región no iba a ser menos, y al menos en mi opinión, no ha sido muy generosa con uno de los nuestros. Ignoro el dato, pero creo que: músicos, directores de orquesta y conocedores de la música del nivel de Oliver, que hayan salido de nuestra tierra hay muy pocos.
El programa era de irónico desagravio si se quiere leer en esa clave.
Comenzamos con un juego de Satie: "Jack in the box". Un divertimento escrito por el gran músico impresionista, el que pintaba imágenes con sus notas. Satie crea un delicioso y diminuto momento de diversión, uno que según el autor:" me consuela un poco, y será una mueca de burla a los hombres malvados que pueblan nuestro mundo". Nada como un autor para describir su obra. Poco que añadir.

La orquesta lo atacó con fuerza y gracia, y por una vez, la primera pieza no se quedó como un entremés frío como sucede otras veces.
Vino luego un momento de esos mágicos en lo personal. El concierto nº2 para cuarteto de guitarras y orquesta de Flores Chaviano. No os voy a contar nada de la obra porque nada sabía de ella hasta ayer. A partir de hoy ya sé un poco más de su autor al que escucharé más a menudo.
Como no me va ir de entendida de lo que no soy, os contaré lo que yo sentí escuchándola.
Estaba yo en un desierto. Hacía mucho calor, pero corría una pequeña brisa, una que resultaba molesta y cálida, que no refrescaba pero esperanzaba. Por detrás de una duna, serpenteando, una serpiente: lenta, cadenciosa, ondulante. La arena dibuja surcos ondulados que me atrapan, miro al frente. Me dejo transportar por una melodía mozárabe, algo primigenio, un sonido antiguo que tañe en mis oídos esculpiendo imágenes. Y la música llega, y como el agua lo inunda todo con su frescura, y la brisa se detiene para que muchas parejas bailen al son cubano. Veo niños y mayores, personas de todas las edades y condiciones emparejadas, serias, bailando el son con sus caras sin sonrisas, porque el son es un estado del alma y no del cuerpo, y les miro bailar y sonrío.
Gracias a Oliver por su batuta, a la Ospa por dejarse llevar y moverse al ritmo de la música, y gracias al cuarteto de guitarras EntreQuatre, que demuestran una vez más, que la excelencia cuando se tiene, se ve recompensada.
Después del descanso la Sinfonía nº2 en re mayor, de Sibelius. Creo que sabéis que me encanta este autor, pero en esta ocasión tengo que coincidir con los críticos de su época. Esta obra es algo plana, algo monótona, y quizás por el estado de animo del autor, un tanto belicista sin conseguirlo plenamente. Sin embargo, como no hay nada para que algo triunfe como que un critico diga que es malo, esta obra se convirtió en la más famosa e interpretada de las suyas, aunque insisto, para mi no es ni con mucho la mejor.
Como es Sibelius la sinfonía tiene momentos preciosos. Muy del autor es el Andante, pleno de esos momentos en que tienes la sensación de que la mitad de la orquesta esta tocando algo, muy diferente a lo que realmente suena: como la vida misma. Un andante en que Sibelius consigue transmitirnos como se forja la lucha en el alma del oprimido. Ese esfuerzo silente, ese retorcimiento nudoso e imbricado, ese hatillo en el estomago, esa determinación para plantarse y decir: ¡Hasta aquí!
El vivacissimo muy rápido y ágil, nos lleva hasta el Allegro, que el autor concibió como un canto optimista, un canto a la libertad, un final feliz por así decirlo. Tiene momentos Hollywood totales, instantes en que te parece estar escuchando la Obertura de alguna gran banda sonora del cine. Seguramente esta obra ha influenciado a muchos grandes músicos posteriores en el tiempo, y por ello, sus acordes parecen estar en el inconsciente peliculero de los que amamos las bandas sonoras, (las buenas).
Para terminar me gustaría dar las gracias a la orquesta por su brillantez, a su director por su entrega y su maestría, y a las personas encargadas de seleccionar los programas por su acierto.
La ovación final del publico, y las más de cuatro salidas a escena de su director, demuestran que el publico sabe mucho de música, y de finales felices.































2 comentarios:

  1. Sus comentarios post-concierto siempre me hacen feliz. Es como volver a vivirlo y eso...es magia pues el concierto termina y ya no se puede volver a vivir..Gracias ,una vez más.

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  2. Yo no acudo al concierto, por lo tanto no puedo revivirlo, pero sí imaginármelo. Espero siempre con ilusión tus comentarios pues me permiten participar y emocionarme sin haber asistido. ¡Gracias!

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