sábado, 4 de agosto de 2018

Mirando alrededor

   Pensaba yo el otro día en la frustración generalizada que uno adivina en las personas. Adivinar es un eufemismo, porque la mayoría de las veces, no es que sea difícil de observar. Te paras a mirar y casi nadie pasados los treinta, parece feliz con su vida. Es curioso como todos se "manifiestan" encantadisimos con todo, y de hecho, en una encuesta reciente, España era uno de los países con ciudadanos más satisfechos. Como siempre mienten. 

    Que conste en acta que a mi me importa por un tema de egoísmo: a más satisfechos y felices los de alrededor, menos envidias y problemas.

     El otro día fui a misa. Volví a la que un día fue mi iglesia, de hecho cantaba en el coro. Me vi allí de pie cantando y recordé tantas cosas: el funeral de mi amigo Iñigo, mi graduación, las fiestas parroquiales. De tanto mirar observé que no había niños. De hecho no había familias. Era un lugar lleno de personas de mediana edad y ancianos, que al parecer, no habían educado a sus hijos ni en su religión ni en sus tradiciones ¿Y eso cuando ocurrió?

    Ahora que nos quieren desdibujar las fronteras, ahora que no somos católicos y apostólicos, ahora que la gente no se casa por la iglesia, ¿ahora que somos? 

     Platón dijo un día, (a su modo), que los tiempos estaban perdidos. No se lo que él estaba viendo, pero quizás algo similar, porque todas las civilizaciones caen del mismo modo: pierden su identidad, desdibujan sus fronteras, son absorbidas.

      Aquí la gente va fumando porros por la calle. Ahora dicen que no importa. Pena que haya tantos estudios serios que digan lo contrario. Pena que seas un drogadicto por hacerlo y pensar así, pero más pena que tenga yo que cambiar de acera por culpa tuya. Un compañero de campamento de mi hija le contó con siete años, que daba igual fumar droga, que luego te tomabas algo y no salia en los análisis de sangre. No se que me alucina más. Que alguien de la casa del niño lo haga, que se lo cuente, o que las empresas hagan análisis a sus empleados para nada. El año pasado unos compañeros de clase le contaron que estaban deseando llegar a los nueve, (¡ojo a la edad!) para cogerse su primera cogorza. Y nada, en España todos muy felices, educando a las nuevas generaciones. Para eso me molesto yo en llevarla a un centro religioso y con valores.

   La frustración llega cuando tienes treinta años y no eres adulto. Cuando te comportas como un niño de veinte: sales en pandilla, bebes, le pones los cuernos a la novia, te ríes con los colegas... Entonces lo demás se te queda todo muy grande: el matrimonio, los hijos, el trabajo. Son todo bobadas de gente rancia y anticuada. Lo "que lo peta" es "juntarse", apuntar a los críos y ni bautizarlos, ¿para que? total luego hacen la comunión igual, que el cura ni lo mira, y así puedes ponerles un traje guapo y dar una comidona.

         La pena es que cuando te "da el bajón", cuando el vecino compra coche y tu no puedes, cuando tu mujer no es la más chachi de la pandilla, entonces te frustras. 

         La semana pasada alguien con tres hijos, que puedo jurar que no le llegaron estilo bíblico caídos del cielo, se quejaba de su vida. Al parecer este chico, pobrecito, no tiene tiempo para jugar al pádel. Yo me hacia cruces. En realidad si hubiera tenido una cerca le hubiera dado con ella ¿A nadie más le resulta aberrante que alguien tenga hijos y luego se queje de ellos? Yo últimamente me paso la vida haciéndome la pregunta: ¿para que carajo los tienen? O igual es que los tienen porque los amigos los tienen... igual es como todo lo de aquí.

        Con este panorama ya no te extraña nada: que sale Pedrosan contando sus pelis para no dormir, pues ni te inmutas; que en Cataluña ahora tienen ministro de exteriores pagado por todos, ni te afecta; que se rompe un brazo una persona que lleva pagando toda la vida la seguridad social y casi ni la atienden, pero viene cualquier inmigrante sin papeles y lo ponen nuevo, pues lo normal.

      Yo que siempre me he sentido un poco extraterrestre últimamente me siento sola. Ayer veía un programa con un chico que quería operarse para parecer un "elfo del espacio". No le bastaba con ser elfo normal, tenia que ser sideral. Lo gordo no era eso, sino que hasta él tenía amigos y todos parecían muy sanos (no de la cabeza). Al parecer operarte los ojos con láser y cambiarlos de color, ir vestido como un chiflado y llevar orejas postizas no es tan raro en los Ángeles como aquí ser normal.





















1 comentario:

  1. Muy profundo, como todos los de Ud., pero... tremendamente pesimista y fiel reflejo de la triste realidad que nos asola en esta sociedad por "ustedes" definida, como "desnortada".

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