Ayer tuve la suerte de poder asistir, al magnífico concierto ofrecido por el coro del Real Grupo de cultura Covadonga en la Parroquia de la Asunción. Pocas cosas hay con tanta calidad y por tan poco dinero (gratis en este caso).
El concierto suponía el broche de oro al VIII encuentro coral de música sacra organizado por la entidad.
El coro dirigido en esta ocasión por D. Julio Domínguez demostró su buen hacer, interpretando varias piezas, alguna de ellas casi en primicia.
Me gustó especialmente por lo novedoso, una pieza contemporánea de ruidos y sonidos.
Quienes me leen saben que "los inventos" en música no suelen gustarme, sin embargo, esta colección de sonidos era tan hermosa e intensa como la historia que narraba: la angustia de Jesús al saber que iba a morir crucificado. Esta pieza es obra del propio Julio Domínguez, como alguna otra de las interpretadas. Todas ellas con un concepto musical muy interesante, ya que consiguen dar sensación de muchas voces haciéndolas sonar como en eco en lugar de al unísono.
La música sacra debe ser interpretada en una iglesia y no en un teatro. Algo de lo que siempre he estado persuadida, pero confirmé ayer . Supongo que alguien no religioso puede beneficiarse igual del sonido de un Kyrie o un sanctus, pero para aquellos que creen en algún Dios, verse en una iglesia escuchando música sacra es un placer.
Sólo un pero y es para la nueva directiva de la entidad. En la aplicación "sui generis" de la normativa; es decir: "cumplo las normas cuando me conviene y no cuando toca". En verano se expulso a los miembros del coro que no pertenecían a la entidad. Curiosamente las sentencias que les impiden unirse con el centro habanero las ignoran, y los deportistas no grupistas siguen entrenando... vamos, que lo habitual con este tipo de gente. Gracias a eso el orfeón se ha quedado cojo en las voces masculinas y pobre en la zona de las sopranos, lo cual se nota bastante, dentro de la excelencia.
Enhorabuena en fin al coro por su labor y a su habitual director David Pérez por la suya.
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