lunes, 24 de agosto de 2015

Un domingo artístico

Ayer vivimos un domingo artístico. Por la mañana acudimos a un taller familiar al Museo Nicanor Piñole, a cargo de Maite Centol. El taller giraba en torno a la interesantísima exposición de fotografías, del no menos interesante Gregorio Prieto. Lo cierto es, que no solo nos lo pasamos bomba realizando el taller, sino que yo conocí más profunda mente a un hombre muy interesante, al que solo había oído mencionar como referente de una de mis artistas favoritas: Ouka Lele.
Hay visitas guiadas que explican la exposición, que yo considero muy recomendable.
Lo cierto es, que cuando uno se empapa de la obra de personas creativas y geniales, se siente a si mismo, menos mediocre, y apetece hacer cosas, descubrir y crear, no quedarse anclado en el sofá viendo la tele.
Por cierto, mi más sentido pésame a la humanidad, porque esta semana hemos perdido a un genio, Daniel Rabinovich, uno de los integrantes de los geniales Luthiers. El mundo es un lugar mucho menos brillante tras perder su ingenio despampanante. Una de las noches más felices de mi vida, fue la que pasé viendo su espectáculo "Bromato de armonio".
Por la tarde noche, mientras mi ciudad vibraba en el Molinón, viendo como los "guajes" hacían frente al Madrid de Ronaldo, yo acudía al concierto de un galáctico de la música clásica: Alon Goldstein.
De él ya hay mucho escrito, yo solo diré que el programa no me gustaba, pero me dio igual, porque da lo mismo lo que interprete, tal es su brillantez.
Me habéis leído en otras ocasiones hablando de pianistas, y con los Asiáticos siempre digo lo mismo, "perfectos en la técnica", pero no añado más, porque no tengo más que decir. Con otros lo contrario, mucha pasión, pero falta de perfección técnica.
Goldtein aúna las dos cosas, es perfecto en la ejecución, y en el sentimiento, se ve que ama acariciar el piano, que lo disfruta a pesar de ser su profesión, y de las muchas horas que imagino lo debe tocar diariamente.
Como digo, el programa no era especialmente atractivo, (para mi) , más bien experimental, con alguna concesión a lo más conocido, sin caer en lo tópico. Aun así, me encantó, porque si hubiera tocado el himno del Sporting, estoy segura, de que hubiéramos metido el gol que nos faltó, ¡tal es su magia!
En fin, que fue un broche bello, para un día artístico, que precede a una semana dura para mi, ya que a finales de mes, vuelvo al paro... pero esa, es otra historia.


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