jueves, 12 de marzo de 2015

Julio Cortazar

Solo un apunte. Creo que nunca he comentado aquí mi pasión por Julio Cortazar. Pasión por; su mundo, su fantasía, su creatividad, su uso de las palabras, incluso su modo de hablar lento y pausado.
Sus cuentos son prodigios del uso perfecto de la palabra, de la economía del lenguaje, de la imagineria.
Cortazar pinta con brochazos invisibles, crea mundos en dos frases, narra la nada como nadie, y siempre te deja con un punto de incomodidad que te hacer reflexionar.

El decía que la escritura debía plantear preguntas, y no dar respuestas, y fue fiel a su máxima.
Para el que no la haya leído, su obra "Rayuela" es un prodigio de la arquitectura literaria, además del compendio de lo que la prosa poética podría llegar a ser si un mago la escribiera. Tiene momentos en que me recordó al Ulyses de Joyce, eso si, mejor escrito y menos coñazo, pero tienen en común el punto experimental de ambos, quizás el subrealista.
Para el que le gusten las buenas entrevistas, aquellas en las que se fumaba y se hablaba sin concepto del tiempo o de la publicidad, os invito a disfrutar una con él;  https://www.youtube.com/watch?v=_FDRIPMKHQg
A todos los que os guste leer os recomiendo "Rayuela", eso si, es un libro desasosegante sobre el sentido de la vida, y lo que ocurre mientras la vivimos.
Os dejo con una maravillosa reflexión que hizo sobre el tiempo, y por ende, sobre la fragilidad de nuestro tiempo, a propósito de un reloj;

Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.

El resto se encuentra en "Instrucciones para dar cuerda al reloj" de Julio Cortazar.


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