Escucho a Matteo Salvini y me siento tan Gitana que se me han puesto los pelos de punta. Me horripila ver lo poco que avanza el mundo. Me parece incomprensible que alguien piense de ese modo. Yo que celebro la diversidad como uno de los regalos de Dios. Yo que veo el mundial y me divierto contemplando rostros y banderas, gestos, caras, idiomas, acentos...
Por otro lado aquí vamos a abrir puertas y ventanas, pero no a personas con nuestro credo y cultura, sino a otros que nunca se integran. Se hace con demagogia e interés partidista, sin pensar, sin recapacitar, sin dar una verdadera solución al problema de origen.
Cuando uno hace pan, el agua tiene que incorporarla poco a poco para que la masa pueda absorberla. Aquí no hay masa, la harina se ha disgregado y todo lo que se incorpora solo divide más lo que ya hay. Tal vez eso ha ocurrido en Italia. Yo recuerdo un día que aparqué mi coche en Milán y al salir, viéndome rodeada de lo que me vi, me subí en el coche y me fui a otra parte. Estaba a cinco minutos del Duomo y han pasado quince años. Recuerdo las miradas retadoras y el odio, y pensé en muchas cosas: ninguna solidaria. Supongo que cuando vives eso a diario, porque aquel era un buen barrio, te entra ganas de votar a los Salvinis del mundo.
Políticos como nuestro actual presidente no electo, generan mucho daño. Obran sin pensar en el futuro, con un cortoplacismo y una miopía que asustan. Hacen como esas estrella del celuloide que adoptan un hijo de cada color como si coleccionaran cromos, solo para sentir un subidón de "buenismo". Al final el que no sale con un problema termina con otro.
La emigración, las fronteras, la identidad, son temas demasiados serios como para tratarlos de manera radical o unilateral. Eso si, yo tengo claro que acoger a todo el que llega, sobre todo cuando no tiene la misma base cultural, solo lleva a graves problemas futuros. Por no añadir, que uno solo puede dar cuando tiene, o le sobra. España ni tiene ni le sobra, por mucho que nos lo digan los que si tienen y les sobra porque viven a costa nuestra.
Los extremos son malos sean de un signo o del contrario. Europa se está radicalizando, esta perdiendo el Norte y el equilibrio ¡Ojala lo recupere pronto por el bien de todos!
Cuanto dice en tan pocas palabras...
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