Todos los años por esta época sufro los efectos de una gran alergia. Lo malo no es estornudar en continuación, tampoco tener mocos o tos; para mi lo malo es cuando tengo que acudir al medico y me da antibióticos. No me gusta estar enferma porque me sume en una suerte de desanimo que no me agrada, y que no conduce a nada bueno. Tengo claro que mi alergia es real, pero también sé que se agrava con las circunstancias externas. Últimamente todos parecemos marionetas en manos de alguien, y siento a menudo, que ya no controlamos nuestra vida. Uno mira alrededor y por todas partes hay intereses ocultos que pueden hacer que: te cancelen una cuenta, te saquen un vídeo antiguo, expongan tu vida... Ya no se puede hablar de nada, ni de nadie, porque en cuanto tu voz es discordante te arrancan las cuerdas vocales.
Ayer Kanye West me sorprendió en un arranque de atributos que no le suponía yo al marido complemento de la kardashian. Ignoro si tiene alergia al polen, pero también se ha cansado de dejar de respirar por causa de la mafia que impide que uno apoye y diga lo que quiera. Allí lo llaman primera enmienda, y aquí toda la vida se llamó libertad. La alegría duró poco. Al parecer su mujer ya le ha llamado a capitulo. Ella solo tiene un Dios que se llama dinero, y los millones de seguidores que su ínclito esposo perdió por ser un verso suelto, es lo único que le importa. Pena que haya perdido la oportunidad de estar al lado de su marido y permanecer firme frente a la corriente mayoritaria. Ella que se apellida Kardashian, y no Smith; ella que no es caucasiana; ella que tiene un padrastro trans; ella que esta casada con un hombre de color; precisamente ella debía haber apoyado a su valiente marido, porque "la mafia" - como el la definió en su tweet - solo se defiende a si misma, y hoy esta contigo, y mañana no. Por eso hay que apoyar la libertad y la democracia, y no la demagogia. Por eso Kanye West dió en el clavo. Porque cuando la libertad se pierde, no se recupera fácilmente.
Vivimos en el mundo menos libre y más intervenido que he visto. Cuando yo era pequeña, en la televisión se burlaban de todo, y de todos, y supuestamente había mucha represión. Ahora no puedes decir nada sin que te lluevan las tortas - en el mejor de los casos-. Vivimos en un país donde la libertad real no existe y se ficciona. No es verdad que puedas opinar lo que quieras donde quieras. Lo triste es que no ocurre solo aquí, y al otro lado del charco, hace años que ese teatrillo de la "libertad imaginada" esta en funcionamiento. Evidentemente ya ni me molesto en mencionar a grandes "baluartes" de la democracia como: China, Rusia, o Corea.
Al parecer no te puede gustar Donald Trump, y no puedes pensar que Obama fue un mal presidente. No puedes opinar que el país va mejor con sus reformas, ni tampoco desear que gane de nuevo las elecciones. Pensar todo eso te convierte en un ser incomodo, cuando antes era ejemplo del sano juego democrático. El pensamiento único es tan cercano al comunismo, que asusta que casi nadie lo tenga claro. Supongo que eso me llena de polen la nariz, y me tupe la garganta.
Ayer soñé con un dueto entre Mariah Carey y Thalia. La primera embutida en un traje dorado - como solo ella sabe embutirse - y la segunda con un jumpsuit plateado. Iban bajando simultáneamente las escaleras opuestas de un escenario imaginario. Una cantaba en Ingles y la otra en Español. Igual Kaney, que ahora se ha metido a filosofo, puede producirles el show. Y si, se que parece que esto no tiene mucho que ver con lo anterior, pero tiene que ver porque hay artistas que ya no se escuchan... artistas que a lo mejor, no son la voz que gusta en los medios... Yo estoy hasta el mismísimo de esas otras cantantes millonarias que van de pueblo, pero sin el pueblo...
Quiero que vuelvan las divas de verdad, y quiero un Mariah feat Thalia, porque eso rompería la pana. Me lo imagino cercano al "Caprichosa" de Beatriz Luengo con la Mala Rodríguez y fibrilo.
En el fondo necesito que América vuelva a ser ella misma: con sus defectos y sus virtudes; con sus divas y sus brillos; con sus luces y sus sombras; con su primera y su segunda enmienda. Necesitamos un faro que brille con fuerza, y no fuegos fatuos.
A su modo siempre ingenuo, profundo y hermoso lo dijo Mario Benedetti en su cuento "El faro"
A aquel faro le gustaba su tarea, no sólo porque le permitía ayudar, merced a su sencillo e imprescindible foco, a veleros, yates y remolcadores hasta que se perdían en algún recodo del horizonte, sino también porque le dejaba entrever, con astuta intermitencia, a ciertas parejitas que hacían y deshacían el amor en el discreto refugio de algún auto estacionado más allá de las rocas.
Aquel faro era incurablemente optimista y no estaba dispuesto a cambiar por ningún otro su alegre oficio de iluminador. Se imaginaba que la noche no podía ser noche sin su luz, creía que ésta era la única estrella a flor de tierra pero sobre todo a flor de agua, y hasta se hacía la ilusión de que su clásica intermitencia era el equivalente de una risa saludable y candorosa.
Así hasta que en una ocasión aciaga se quedó sin luz. Vaya a saber por qué sinrazón mecánica el mecanismo autónomo falló y la noche puso toda su oscuridad a disposición del encrespado mar. Para peor de los males se desató una tormenta con relámpagos, truenos y toda la compañía. El faro no pudo conciliar el sueño. La espesa oscuridad siempre le provocaba insomnio, además de náuseas.
Sólo cuando al alba el otro faro, también llamado sol, fue encendiendo de a poco la ribera y el oleaje, el faro del cuento tuvo noción de la tragedia. Ahí nomás, a pocas millas de su torre grisácea, se veía un velero semihundido. Por supuesto pensó en la gente, en los posibles náufragos, pero sobre todo pensó en el velero, ya que siempre se había sentido más ligado a los barcos que a los barqueros. Sintió que su reacio corazón se estremecía y ya no pudo más. Cerró su ojo de modesto cíclope y lloró dos o tres lágrimas de piedra
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