viernes, 28 de abril de 2017

Ospa 27 abril

    Ayer disfrutamos de un bellísimo concierto, pero sobre todo, de un estupendo programa. Ya la semana pasada nos habíamos librado por fin de los: Schuman, Schubert, Brahms, Strauss etc. Siento mucho decirlo porque son grandes músicos, pero yo es escucharlos en una sala de conciertos y ponerme en modo ascensor. Me resultan tremendamente aburridos. Formalmente correctos, muy buenos creadores y todo eso, pero me provocan el bostezo.
Ya el ultimo día habíamos disfrutado con esa joya que es el "Concierto para piano nº2" de Prokofiev. Una obra muy vanguardista como casi todas las de su autor y que espolea la imaginación con su percusión pianística. Maravilloso el jovencísimo Juan Barahona que demuestra que no hay que ser oriental para ser un gran concertista de piano. Estupenda la orquesta en ese difícil ejercicio de terminar la sonoridad del piano al que este concierto obliga. También de un siempre fresco y genial Beethoven por el que los años parecen no pasar.
 
    Pero volviendo al presente.

    Ayer disfrutamos de esa maravilla sonora que es "la siesta del fauno" de Debussy. Esa magia que invade la mente como una neblina. Ese lugar donde puedes ver al fauno rodeado de arboles que dan frescor, pero donde la brisa es cálida y huele a flores. No son los arabescos que llevo años pidiendo escuchar, pero me vale. Si que noté a la orquesta al principio un poco demasiado pendiente del director. Siempre me ocurre cuando tenemos un director invitado que no es de los habituales, que les noto menos fluidos de lo habitual. Afortunadamente fueron entrando en concierto y nos ofrecieron un maravilloso Milhaud.
 
    Sobre este, Darius Milhaud, y su obra "El buey sobre el tejado" debo decir que debía ser de las pocas que conocía la obra. Lo digo porque el respetable comentaba en el intermedio la pereza que les daba el titulo, y unos minutos después, estaban diciendo ¡Bravo! a voz en grito. Es una pieza deliciosa y divertida, con una repetición de un ritornelo central muy cercana a lo que sería una canción melódica del pop actual, (para ser fina diré que con un esquema muy similar al Bolero de Ravel). Dicho motivo que se repite suena a "coña marinera" y dado el libreto en que se basa, es entendible. Sea como fuere es una obra con un color muy Brasileño, pero muy bien orquestada, poco conocida y de la que se disfruta mucho. La orquesta maravillosa y divertida y la percusión excepcional.
 
      "Noches en los jardines de España" de Manuel de Falla sonó en el piano de Antonio Galero tan bella y mágica como es. Tan llena de aljibes y de fuentes, tan inundada de patios y de frescor, tan plena de olores y misterios morunos.
Agradecer al solista su bella propina donde demostró su dominio del lirismo.
Para los que disfrutaron con esta obra vuelvo a recomendarles cualquiera de Mario Castelnuovo-Tedesco, un compositor Judío que arranca de la guitarra toda la magia andaluza.
 
        De Stravinsky y su "Pájaro de fuego" poco que añadir. Es una obra bonita pero quizás se quedó algo desvaída después de un programa tan potente. Solo nos sacó un poco del letargo al que la música ya nos había inducido el tercer movimiento, muy Wagneriano.
Es una obra preciosa, cuya introducción con las cuerdas es misteriosa y llena de neblina y frío, a la par que escuchas esos aleteos de pájaro. Como digo creo que hubiera estado mejor colocada antes del Buey de Milhaud porque después de su swing, poco podía hacer ya el pájaro.

      

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