sábado, 22 de abril de 2017

25 años no son nada...

    En breve la que fue mi promoción en USA celebrará el 25 año de nuestra graduación. La fecha me produce sentimientos encontrados. Por un lado no estoy vitalmente donde querría, aunque si soy la persona que querría ser; por el otro físicamente estoy lejos y no voy a poder estar, aunque tampoco sé si querría acudir a tal feria. Lo que si sé es que espiritualmente estaré, aunque nunca he dejado de estar. Puede que nos separen algunos miles de km. pero el cordón invisible que me une a esa pequeña escuela publica sigue dando tirones como siempre.

    Podría mentir como hace casi todo el mundo y contaros que allí fue la mejor y la más guapa, la "Queen B" como dirían ellos, pero no fue así. Lo que si encontré fue el respeto a mi inteligencia, la valoración de mis cualidades, y el aprecio a mi espíritu. Nunca olvidare todo lo que aprendí. Desde el profesor de química que me dio clases extra gratis para que me pusiera al día, hasta el de historia que cada vez que me veía vestida de animadora me decía que: "yo representaba el verdadero espíritu de lo que era América, tierra de emigrantes con un solo alma". Tampoco me olvido del imbécil que me metió un gusano de la clase de biología en el sándwich de la comida, o de la "guapa" del colegio que era más bien fea por dentro y por fuera. Recuerdo a todas mis compañeras animadoras, cada partido y a nuestra entrenadora que me escogió entre muchas chicas haciéndome ganar mi particular "The Voice". Me rio al recordar lo mucho que me costaba pronunciar bien las "K" y que sonaran diferentes de las "C" (en castellano suenan igual), y lo mal que sonaba el Cheer que tenía que hacer a mi jugador llamado por K y apellidado por C: ¡un numerazo! Pero todos aplaudían mi salto en el aire y mi Split final y yo agitaba los pompones feliz de pertenecer.
 
       América me dio tantas cosas que creo que nunca podré devolvérselas. Me dio la certeza de que hay países donde la valía y la inteligencia te llevan lejos. Me dio muy pocos amigos, (los que mi edad y mi timidez me permitieron tener), pero buenos. Me dio una visión y unos valores que complementaron a los de mi familia y aun me acompañan y sobre todo, me regaló mi alma invencible que siempre lucha sin rendirse. En definitiva que me regalo lo que allí se llama "Spirit" y aquí ni sabemos lo que es.
 
       Mi tutor me dijo el primer día que podía levantarme y pronunciar el juramento a la bandera, o levantarme y observar con respeto como lo hacían los demás. Lo escuché, lo interioricé y lo pronuncié cada día con la mano en el pecho sintiendo orgullo de "ser" Americana aunque fuera de prestado por un tiempo. Pocas "oraciones" hay más hermosas que el "Pledge of Allegiance". Son unas palabras con las que uno dice: no importa de donde vengo, ni lo que fui, ni a donde voy, pero respeto este lugar y sus códigos, y eso me hace mejor y más fuerte. Es como un inmenso "OM" en una clase universal de yoga, un cantico a la libertad y al respeto. Confieso que cuando volví me levantaba por las mañanas, y durante meses lo seguí pronunciando en silencio.
 
       Me duele pensar que aparte de mi, no estarán allí mis compañeros de promoción muertos en Afganistán. Desde aquí mi reconocimiento para ellos y  para los que aman la libertad y mueren por ella aunque algunos no lo entiendan o quieran tergiversarlo. No hay país más grande que aquel que envía su futuro a morir por defender aquello en lo que cree.
 
       Me alegra ver que el nivel académico sigue siendo bueno; que han ganado un par de premios estatales; que algunos de mis profesores siguen allí y que la nueva promoción parece tan guapa y llena de vida como lo fue la mía.
 
         Creo que no querría ir porque no creo que nadie me recuerde, pero lo cierto es que yo recuerdo cada día y pese a lo duro que fue para mi, fue mi servicio militar y me hizo persona.
 
       Quizás tras este breve escrito muchos entendáis el motivo de mi amor a ese país, o por que la semilla que se plantó en mi corazón no hace más que crecer pasados los años. Solo me queda decir dos cosas: ¡Dios bendiga a América!, y ¡Viva la promoción de 1992!
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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