Hace muchos años que simplifiqué mi vida y me jacto de necesitar muy poco para vivir. Ayer pasé uno de los días más felices en mucho tiempo, y probablemente, si contara lo que hice muchos se harían cruces: ni me fui de crucero; ni me compré ropa; ni obtuve galardón o medalla alguna. Pasé un día extraordinario y mis gastos variables ascendieron a 1,75: la suma de un café y un paquete de patatas.
Desde la libertad que da necesitar muy poco, uno ve el mundo con una claridad meridiana. Claridad que tiene precio, pero que hay días en que compensa por las risas que te echas. Ayer, como colmo a mi estupendo día, me entero de que el insigne inquilino del Vaticano, esta ahora "preocupadisimo" por el mayor azote que amenaza la estabilidad de la iglesia: el cambio climático. Los cristianos asesinados por su fé; la falta de vocaciones; la pederastia; los curriculum inventados; los que dicen "que no hace falta que asistas a misa"; la perdida de valores; la solapada ascensión de otras religiones; la desintegración de la familia como piedra angular de la sociedad; los sacerdotes que sienten frío por la falta de respaldo; los que hablan de pobreza Rolex en muñeca; las iglesias que se caen por falta de dinero y fieles ¡Paparruchas! ¡Memeces!