"Esta temporada ven a emocionarte". No, no lo digo yo, aunque podría, es el lema para este ciclo de la OSPA, y la verdad, que le pega mucho.
Ayer para mi, fue emocionante volver al Jovellanos, y reencontrarme con la orquesta. Reencontrarme a mi manera, como espectadora, con esa cualidad que tiene el anonimato consciente, aquel en el que tu sabes, y los demás desconocen.
Me gustó verlos a todos, melenas a lo músico romantico en algunos, peinados nuevos en otros, pero todos contentos de empezar el curso.
El programa muy bien escogido; clasico, pero no obvio. Además, tocaron uno de mis conciertos de piano preferidos, ¡que mas puedo pedir!
La primera obra de Mozart, muy bonita, un buen entremés. Alegre, con su sección de cuerda caracteristica; solo Mozart consigue que me encanten los violines. Muy bien interpretada.
Luego llegó lo que yo esperaba con ansiedad, el Concierto para piano en la menor de Grieg. Este es uno de esos conciertos, para los que amamos los conciertos de piano melosos. Es una música de esas que eleva el espiritu, de una belleza sublime, plena de momentos mágicos. Uno de los mas bellos conciertos para piano y orquesta, junto a mi favorito, el nº 2 de Shostakovich en fa mayor.
La orquesta brillo acompañando a un esplendido pianista, Javier Perianes, que demostró la enorme sensibilidad que hay que tener para tocar esta obra como se merece. Además, pasa a mi elenco de favoritos, gracias a la bella propina que nos ofreció.
La ultima obra, una Sinfonía de Chaikovsi, "pequeña Rusia". Curioso tal y como esta el mundo, escuchar ahora esta obra, porque la Pequeña Rusia era el nombre que los Rusos daban a Ucrania. Al final, todo gira, para acabar quedando en el mismo lugar.
En esta composición ya se empieza a apreciar el caracter romántico, y algo melancolico pero efectista del autor, muy dado a fastidiarte el climax con un cambio de ritmo, o sonoridad. A mi me encantan los dos ultimos movimientos, el Scherzo y el finale, porque ya sabeis, que adoro cuando toda la orquesta suena a todo pulmón, con su bombo y su platillo.
Pese al calor que pasaron los músicos, ¡ay! si se pudiera hacer musica con un abanico... el concierto fue genial.
Aunque en Gijón no veremos a la Ospa, hasta febrero, yo iré en noviembre a disfrutar a Oviedo de dos maravillas; el chelo de Truls Mork, y la obra de Saint Säens.
Ya he comentado muchas veces que el chelo es mi instrumento preferido, y mi interprete favorito es precisamente Truls. La sonoridad de su chelo es especial, grave, ronca, antigua... como el mar que golpea una roca oscura.
Estoy deseando ver, como su maestría y su tecnica excepcional, afrontan el concierto nº2, que por su dificultad, adquiere una cualidad casi gimnastica en la ejecucion.
¡Ah! estoy deseando saber, cuales son esas sorpresas que nos anunciaba la Ospa en su carta de presentación de la temporada; ¿mas musica de cine tal vez?, ¿un concierto infantil?, ¿Cambiara Rossen Milanov su uniforme y se pondrá otro?...
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