Si, supongo que muchos pensareis que por edad y condición lo del sentido de la vida se me queda grande, pero así soy yo de sencilla.
No he estudiado filosofía, tampoco ninguna disciplina formal que sustente mis razonamientos, pero me acojo a lo que decía Platón sobre que cualquiera podía filosofar con solo hacerse preguntas. No soy experta en nada más que en corregir rumbo cuando veo que derivo, aunque lo más gordo, es que creo que aun no he encontrado la canal.
Estos dos últimos años de mi vida han sido extraños. Una mezcla de expectativas no realizadas y micromovimientos que aparentemente no conducían a ninguna parte. Lo curioso es que si lo pienso, he aprendido más en ellos que en muchos de los anteriores.
Dicen que los cerebros infantiles adoran las formas redondeadas. El mío no ha debido evolucionar porque no hay nada que me guste más que una esfera, y como el mundo armoniza, todo se confabula para esferificarse a mi alrededor. No importa el punto donde comience, acabo resbalando y volviendo al origen, pero como el río: ni es el mismo punto, ni yo soy la misma aunque lo parezca.
Me ha costado tanto darme cuenta de eso, y de tantas cosas más que a veces me entristece pensar en el tiempo perdido, pero pienso que las cosas llegan cuando tienen que llegar, y no es consuelo menor sino cegadora lucidez .