viernes, 23 de octubre de 2015

Sobre el tiempo y la conciencia de uno mismo.

Una de mis series preferidas es "Proof". En ella, una cirujana cardiaca de gran prestigio, se ve embarcada por un millonario en la difícil cuestión de probar, (de ahí el titulo), que existe algo más allá de la muerte.
A lo largo de los capítulos, esta mujer muy Americana de carácter (dicho como positivo) , profesional, seria y yo añadiría, poco empática, se ve arrastrada por los acontecimientos, y poco a poco, comienza a sentir. Es curioso como la conciencia te joroba enormemente. Ya salía en la peli de Terminator cuando el ordenador que provoca el fin de la humanidad, lo hace porque como explican allí, Skynet, (que así se llamaba)el 29 de agosto de 1997 a las 2:14 A.M tomo conciencia de si misma.
En ocasiones es sencillo, o más fácil, atravesar la vida con racionalidad. Todo tiene sentido en el mundo de los números, (salvo si se me permite los números primos), pero ¡hay con las emociones! Esa es tierra de nadie.
Yo que a veces me siento lista, y a veces muy tonta, descubrí anoche lo mucho que me preocupa la muerte desde pequeña. Quizás por eso, y sin haberlo relacionado nunca, llevo toda la vida leyendo libros de novela negra, viendo series de asesinatos, y dándole vueltas al tema.
Mi racionalidad a la que solo escapa mi enorme fe en Dios, (y porque creer en él es un acto de razón pura), siempre me lleva a temer la muerte de mi recipiente, y eso que yo, creo firmemente en la otra vida. Contradicciones entre la emoción y la razón, entre mi fragilidad humana, y mi espíritu antiguo que me dice, como a buen soldado, que como escribió Azurmendi "la muerte no es el final del camino".
A veces nos obsesionamos como el millonario de la serie, y dejamos de vivir la vida, que al final es lo único que tenemos asegurado.
Yo tuve un novio Croata que cuando le mandabas hacer algo que no quería, siempre respondía: "la única obligación que yo tengo es la de morirme", y tenía razón, y quizás esa aceptación serena de la realidad, es la que todos deberíamos tener. Tristemente ocurrirá, y no por pensar en ello vamos a arreglar nada.
La propia Skynet tomo conciencia de si misma, de su realidad como "ser" pensante, y al instante, tuvo tanto miedo a morir, que decidió matar a los únicos que podían desenchufarla; los hombres. No se yo si esa verdad oculta y profunda que se encierra en el guión de Terminator, ha calado mucho entre los fans de la peli, pero desde luego, fue con lo que yo me quedé.
 Esta reflexión no es baladí, viene al caso porque llega el día de Todos los Santos, y en el, honramos a los que se nos fueron.  Todos los años en estos días, siento a mis abuelas cerca, y noto a mi abuelo mirarme con orgullo y seriedad, y a veces, hasta me parece escuchar la voz de mi amigo Iñigo, que falleció cuando tenía quince años, y a tantos otros que se fueron y que en ocasiones añoro.
Pese a ser muy sociable, me cuesta mucho llegar a sentirme agusto con los demás, me gustan las cosas "gastadas", me gusta todo lo que lleva tiempo a mi lado, y me cuesta adaptarme a vivir sin mis seres queridos. Quizás ese es mi mayor miedo, y por eso, como al millonario, me obsesiona encontrar respuestas.
En fin, que hoy no pretendo llegar a ninguna parte, no hay puerto para este post, es solo la reflexión de un ser humano, que consciente de su fragilidad, siente miedo.
 Con un recuerdo para Iñigo, y todos mis seres queridos que se fueron, os dejo con una de las cosas más bonitas escritas sobre el tiempo, por alguien al que como a mi, le obsesionaba el final. Son las instrucciones para dar cuerda al reloj del gran Julio Cortázar.

Allá al fondo está la muerte, pero no tenga miedo. Sujete el reloj con una mano, tome con dos dedos la llave de la cuerda, remóntela suavemente. Ahora se abre otro plazo, los árboles despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume del pan. ¿Qué más quiere, qué más quiere? Átelo pronto a su muñeca, déjelo latir en libertad, imítelo anhelante. El miedo herrumbra las áncoras, cada cosa que pudo alcanzarse y fue olvidada va corroyendo las venas del reloj, gangrenando la fría sangre de sus rubíes. Y allá en el fondo está la muerte si no corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa.

4 comentarios:

  1. Como siempre emocionante y bellísimo, Gracias por escribirlo.

    ResponderEliminar
  2. Magnifico en sus tres dimensiones, la gramatical, la humana y la espiritual.
    Es un placer leerla.

    ResponderEliminar
  3. Como siempre ha sido un placer leer tu artículo. Ágil en la narración, profundo en el contenido y a la vez entrañable y cercano.

    ResponderEliminar
  4. Muchas gracias por compartir conmigo, eso es lo que me anima a seguir escribiendo.

    ResponderEliminar